domingo, 23 de octubre de 2011

7.3. Recorrido por el templo


Vista aérea del Templo de Apolo, Dídima. Damian Entwistle

Para acceder al interior, había que subir la escalinata de la fachada principal, que nos llevaría hacia el centro de la pronaos , después se llegaba a una puerta de 5,63 x 14m de altura cuyo umbral medía un total de 1'46 m y carecía de escalinata. Probablemente habría sido concebida para utilizarse como ''escenario'', lugar en el que los profetas de Apolo hubiesen anunciado sus oráculos.

Para acceder a la naos, existía un lujoso dodecástilo que favorecía el acceso a dos túneles abovedados y descendientes situados a ambos lados de la gran puerta. También constituía una sala de espera en la que los peregrinos recibían respuesta a las preguntas que iban a plantearle al oráculo.






Damian Entwistle

Al descender por los túneles, se llegaba a un gran patio abierto bordeado por pilastras, y en el otro extremo del patio, se hallaba un segundo templo tetrástilo, pequeño y tradicional. Este segundo templo, también llamado naiskos, era la verdadera capilla oracular de Apolo y donde se encontraba su estatua de culto, rodeada de laureles sagrados y con un manantial de agua sagrada en su interior.


En esta imagen, podemos ver las salidas de los túneles, que dan a este gran patio interno, y en la parte inferior izquierda, los restos del templo tetrástilo, capilla oracular de Apolo. Al fondo se ven la escalinata que sube al áditon y los restos de las columnas corintias.
Enlace imagen:Interior templo Dídima


 Vista escalinata del áditon.Damian Entwistle


Desde el interior del patio también se podía observar una escalinata que llevaba hasta las tres puertas que daban paso al ádyton, donde se anunciaban los oráculos. Separando las tres puertas, se encontraban dos semicolumnas de orden corintio, y dentro del mismo áditon otras dos columnas corintias exentas de carácter monumental. Se sabe que el uso de columnas corintias en interiores, se había convertido en un uso arquitectónico habitual, aunque nunca a una escala tan colosal.

Desde el áditon se accedía a un espacio misterioso e inesperado. Desde cada lado de éste aparecían unas escaleras que llevaban al tejado del templo. No se sabe que papel desempeñaron, pero seguramente estaría relacionado con el culto a Apolo. Son llamados "laberintos". Están plagados de inscripciones y sus techos tienen relieves que forman grecas laberínticas.



Bibliografía:
CHARBONNEAUX, Jean; MARTIN, Roland; VILLARD, François. El universo de las formas: Grecia helenística, (330-50 a.C.). 1971, Aguilar. 422 pág.
POLLITT, J.J. El arte helenístico (traducción de Consuelo Luca de Tena). Nerea.  Madrid, 1989.



MªAntonia Pons Llobell